control inteligente

¿Quieres saber el grado de calidad del aire interior de tu vivienda? Saber qué niveles de calidad del aire interior tienen los edificios actuales es primordial para lograr el máximo bienestar y confort. A continuación, te explicamos cuáles son los componentes analizados en estos procesos de medición y te mostramos las diferentes tecnologías de las que disponemos para llevar a cabo un control inteligente de todos los parámetros.

 

¿Qué parámetros del aire interior debemos conocer para el control inteligente?

Para evitar las consecuencias negativas que supone estar en contacto con un aire interior de mala calidad (enfermedades respiratorias, sensibilidad química múltiple, asma, alergias, anginas de pecho y, en el peor de los casos, enfermedades graves debidas a la presencia de radón en el ambiente), es importante medir esta calidad del aire y asegurar que nuestro edificio cumple con las exigencias necesarias para no se ponga en riesgo la salud de las personas.

En la actualidad, existen diferentes equipos que permiten llevar a cabo una medición y un control inteligente de la calidad del aire interior, cada uno de ellos en función del contaminante valorado.

 

Radón

El radón es un elemento radiactivo y, por tanto, cancerígeno. Existen dos tipos de medición: de corto plazo y de largo plazo. Si queremos asegurar nuestra medición, se recomienda llevarla a cabo en otoño o invierno, en lugar de en primavera o verano. A mayor tiempo de exposición durante la medición, mayor exactitud en el resultado.
El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) pone a disposición un mapa de radón en el que se delimitan las zonas de riesgo.

De acuerdo con la NTP 728 (Nota Técnica de Prevención): Exposición laboral a radiación natural, valores máximos dentro de la Unión Europea se sitúan entre 200 y 600 Bq/m3 para viviendas y de 1000 Bq/m3 para entornos laborales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda medidas para bajar los niveles si se alcanzan valores de 100 Bq/m3 en viviendas y acciones correctoras urgentes en el caso de que las concentraciones superen los 400 Bq/m3.

Para su medición, se utilizan monitores (también llamados medidores) que controlan la zona afectada durante un tiempo mínimo de tres meses.

 

Dióxido de carbono (CO2)

El CO2 es un buen indicador de la calidad del aire interior, cuya concentración variará en función de la tasa de renovación del aire y de la ocupación. La concentración de COen el aire se puede medir en tasa porcentual o en ppm (partes por millón).  Se estima que a partir de 800 a 1.200 ppm puede provocar molestias (dolores de cabeza, cansancio u otros problemas respiratorios).

Para determinar su concentración en el ambiente se pueden emplear tubos colorimétricos o monitores portátiles (fotoacústicos o de infrarrojo).

 

Formaldehído

Se trata de uno de los contaminantes más significativos al hablar de calidad del aire interior, puesto que es un producto cancerígeno presente en distintos elementos (barnices, lacas, tejidos, espumas aislantes, desinfectantes, productos de limpieza, etc.). Aunque está regulado, se siguen encontrando edificios con niveles altos de formaldehído. Su valor no debe estar por encima de los 0,0 ppm., ya que lo contrario es indicativo de que existe una fuente de emisión.

Para medirlo, las normas UNE–EN ISO 16000 especifican que el método aprobado es el de captador difusivo de cartucho con 2,4-dinitrophenylhydrazine (DNPH) y ácido fosfórico, con tiempos de muestreo de 24 a 72 horas.

 

Material particulado

Se trata de una mezcla de partículas contaminantes líquidas y sólidas, de sustancias orgánicas e inorgánicas, suspendidas en el aire. De composición muy variada, podemos encontrar sulfatos, nitratos, amoníaco, cloruro sódico, carbón, polvo de minerales, cenizas metálicas y agua entre sus principales componentes. Para su medición se pueden emplear bombas y tubos de muestro y medidores de caudal externo.

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