Protege tu salud: cómo eliminar la humedad de tu vivienda

La presencia de humedad en nuestros hogares puede convertirse en un verdadero problema de salud si no se pone solución a tiempo. Existen diferentes clases de humedad, dependiendo de las causas que la originan. Conocer su origen será primordial para aplicar soluciones efectivas que nos ayuden a eliminarla. Si ya ha hecho presencia en tu vivienda, a continuación te mostramos algunas soluciones para eliminarla. Sin embargo, recuerda que la mejor solución siempre es la prevención.

Eliminar la humedad según su procedencia

Existen tres tipos de humedad: humedad por capilaridad, por infiltraciones laterales y por condensación.

Humedad por capilaridad

Es aquella que se manifiesta en los muros y paredes que están en contacto con el terreno. Es una humedad que procede del agua del subsuelo. En este caso, las paredes y muros actúan a modo de “esponja”, de manera que el agua asciende por succión por los paramentos. La prevención a los problemas de humedad por capilaridad se encuentra en el sistema constructivo.

De acuerdo con el CTE DB HS 1, Protección frente a la humedad, todos los muros deberán contar con un mínimo grado de impermeabilidad (de acuerdo con la tabla 2.1) y se deberá colocar, además, una lámina drenante y otra filtrante entre el muro y el terreno. En el caso de que la humedad por capilaridad ya haya hecho presencia en los muros de nuestra vivienda, existen actualmente diferentes soluciones para eliminarla y que actúan a modo de barrera. Estas pueden ser barreras químicas, barreras eléctricas o barreras basadas en higroconvectores.

Humedad por infiltraciones laterales

En este caso, el agua del nivel freático no asciende por la pared, sino que la humedad del terreno se transfiere a las paredes colindantes. La solución para este tipo de humedades, dado que también se deben al contacto con el terreno, son las mismas que las de capilaridad.

Humedad por condensación

Se produce por una diferencia de temperaturas entre las dos caras de un paramento. El aire caliente del interior de los recintos, al contener vapor de agua, se licua al entrar en contacto con una superficie fría. Los problemas de humedad por condensación son los más comunes.

¿Cómo podemos eliminar los problemas de humedad por condensación?

Debido a que los problemas de humedad por condensación se deben a una diferencia de temperatura entre las dos caras de un paramento, la mejor manera de prevenirla es asegurándonos de que la envolvente de nuestro edificio está debidamente aislada. Así, se deberá hacer especial hincapié en el espesor del aislante térmico de las fachadas y en las prestaciones técnicas de las carpinterías. Estas deberán disponer de rotura de puente térmico y sus vidrios, bajo emisivos, deberán tener cámara de aire.

Pero hay que tener en cuenta que la mera ocupación y uso de los espacios ya genera vapor de agua. No olvidemos que las personas, al respirar, emitimos CO2; y que las distintas actividades cotidianas también son causa de humedad en el ambiente (cocinar, ducharnos, lavar los platos, hacer la colada…). De nada servirá disponer de una envolvente perfectamente aislada si no se procede a una adecuada y suficiente ventilación de los recintos.

La ventilación como solución a los problemas de humedad

Existen en el mercado dispositivos destinados a eliminar los problemas de humedad por condensación como, por ejemplo, los deshumidificadores. Sin embargo, debemos tener en cuenta que este tipo de aparatos no es la solución, ya que desecan el aire en exceso y pueden originar problemas en las mucosas. Por otro lado, el uso abusivo de los sistemas de calefacción en invierno también agrava el problema, pues no hay, en estos casos, renovación de aire sino una simple recirculación del mismo.

A todos los efectos, la mejor solución para evitar los problemas de humedad por condensación es la ventilación. Por necesidades térmicas y de ahorro energético, durante los meses de invierno no podemos ventilar nuestros hogares todo lo necesario. Un sistema de ventilación mecánica controlada de doble flujo, en el que tanto la insuflación como la extracción se produce por medios mecánicos, asegurará un aire interior de calidad libre de partículas contaminantes y dentro de los límites de humedad recomendados. De esta manera, se evitarán las molestias que una tasa de humedad elevada representa para las personas y los peligros que un ambiente húmedo tiene para el estado de nuestro propio edificio (estructura, materiales, tejidos…).