Salud y aire limpio, ¿por qué es tan importante la ventilación en interiores?
Cuando muchas personas viajan a ciudades de aire contaminado en Asia o en África, uno de los primeros problemas que notan es un irritante carraspeo en la garganta y también tos. Es normal, salud y aire limpio es un binomio muy necesario, y sin respirar bien no podemos decir que estamos cuidándonos. Pero, ¿realmente pensamos que por vivir en lugares con menor polución estamos favoreciendo totalmente a nuestra salud pulmonar? En buena parte sí, pero para cuidar de nuestro organismo y no enfermar hemos de tener en cuenta la importancia de la calidad del aire en interiores.
No podemos obviar que, en exteriores, el nivel de polución es elevado, sobre todo en algunas grandes ciudades. Uno de los focos contaminantes más importante es el transporte privado, pero son los edificios los que más emisiones lanzan a la atmósfera. Y en interiores, aunque demasiadas personas no lo consideren como un riesgo a tener en cuenta, la salud del aire influye directamente en nosotros.
Los edificios almacenan el aire de manera poco natural, ya que sin un sistema de ventilación mecánico lo habitual es que el aire se quede atrapado entre las paredes. ¿Qué llega a ocurrir en estos casos? Un aumento de la suciedad en el aire que respiramos por numerosas causas. El polvo acumulado en las estanterías o detrás de los muebles, los humos que se desprenden al cocinar, las emisiones de los esprays de colonias o insecticidas y, obviamente, nuestra propia actividad humana. Todo ello crea un caldo de cultivo nocivo para nuestros pulmones y para nuestra salud en general.
Si no tomamos medidas efectivas para ello, el aire en interiores que podemos tener en nuestras casas podría llegar a ser más nocivo incluso que aquel que se respira en exteriores. Incluso en avenidas muy transitadas. Las consecuencias nefastas que puede tener el desconocimiento de cómo funciona la relación entre salud y calidad del aire en interiores es algo que debemos evitar que llegue a ocurrir en nuestros hogares.
¿De qué se compone el aire en interiores que respiramos?
El aire que respiramos no se compone únicamente de aire. En realidad, hay muchos compuestos invisibles que respiramos a diario. Las moléculas son realmente pequeñas y en muchas ocasiones hay partículas mezcladas con la composición del aire, que mayoritariamente es nitrógeno (78%) y oxígeno (21%). Tras estos dos grandes componentes aparece el dióxido de carbono, entre un porcentaje residual y un 6%. El CO2 es necesario para la vida, pero siempre dentro de unos valores mínimos y máximos. También en el aire se encuentran gases nobles y vapor de agua.
¿Qué es lo que ensucia el aire y puede ser perjudicial para la salud? Los compuestos orgánicos volátiles y las partículas. Además, claro, de los excesos en vapor de agua.
Los compuestos orgánicos volátiles pueden irritar nuestros ojos y nuestro sistema respiratorio. Provocan dolores de cabeza y también cansancio, además de un sueño de escasa calidad. Pueden afectar al sistema inmunológico, a los riñones, al hígado o al cerebro. Pueden aumentar incluso las posibilidades de que aparezca un cáncer.
Todo ello puede originarse simplemente por no tener cuidado del aire que respiramos en interiores. Sobre todo si se convierte en aire viciado. Porque la mayoría de los compuestos orgánicos volátiles se encuentran en interiores y no fuera de nuestros hogares. Son creados debido sobre todo a los productos de limpieza, que expulsan formaldehído y amoníaco en el aire. Aunque los propios edificios pueden producir estos contaminantes, debido a las pinturas, los productos que llevan pegamento o el simple deterioro de los materiales de construcción. De ahí aparece la terminología del edificio enfermo.
Las partículas, por otro lado, suelen aparecer en gran medida de la naturaleza. El polen es una de las más comunes, pero incluso los seres humanos emitimos partículas. La mayoría de ellas, sin embargo, son inofensivas y se encuentran en el aire sin problema alguno. ¿Cuándo pueden ser problemáticas? Al tener un tamaño de 2,5 micrometros o menos, ya que entonces nuestro organismo es incapaz de parar su entrada.
El problema de estas partículas está en los seres humanos y no en la naturaleza, como casi todo lo que tiene que ver con salud y calidad del aire en interiores. Las más habituales son las que producimos al quemar algo: el aceite del cocinado, la madera o el carbón vegetal son compuestos que, en combustión, pueden emitir muchas partículas de ínfimo tamaño que resulten nocivas. El humo que sale de los tubos de escape de los coches es muy más peligroso por las micro-partículas que emite, por lo que en los garajes de casa se ha de tener mucho cuidado con esto.
Las partículas pueden proceder del exterior o del interior, sobre todo debido a la actividad de la cocina. Incluso en el cocinado aparentemente más inofensivo pueden liberarse partículas nocivas, si bien las velas, las estufas, las chimeneas y otros sistemas de combustión pueden generar muchas más. Por supuesto, el tabaco es otro fuerte emisor de partículas contaminantes.
Cómo lograr salud y calidad del aire
Normalmente, cuando hay un exceso de aire contaminado en un hogar y se nota en el olor, lo normal es abrir las ventanas para ventilar la estancia. Y puede parecer que, con ello, se logre eliminar las partículas que pueden contaminar nuestro aire. Desgraciadamente, no es la única situación peligrosa para la salud, ya que en la mayoría de las ocasiones en las que se respira un aire de mala calidad no nos damos cuenta.
Es por ello que, para asegurar una buena relación entre salud y calidad del aire la mejor opción es contar con un sistema de ventilación mecánico, cuya obligatoriedad para los nuevos edificios se implantará con la Edificación de Consumo Casi Nulo, a partir de 2020, en todos los hogares.
La implantación de un sistema de ventilación mecánico de doble flujo es sin duda la mejor solución, ya que es capaz de automatizar la renovación del aire, evitando en todo momento partículas contaminantes, humedad o la polución que pueda generarse en el hogar:
- La ventilación de doble flujo incorpora sensores que miden la calidad del aire y actúan para ventilar de la forma más adecuada, en todo momento y sin necesidad de abrir las ventanas.
- El aire viciado o sucio se extrae en la proporción necesaria hasta que las partículas y otros contaminantes han desaparecido por completo.
- Por un conducto diferente se introduce aire limpio, que procede del exterior. Para mejorar la salud y la calidad del aire, se filtra el que se recoge del exterior para eliminar toda partícula contaminante que proceda del exterior.
- La humedad deja de ser un problema en el hogar, hasta el punto en que los cristales no vuelven a empañarse nunca más.
- Las temperaturas son mucho más agradables, tanto en verano como en invierno, gracias al sistema de doble flujo y su bypass, capaz de calentar el aire frío que se introduce en los meses de más frío, y a la inversa en los meses cálidos.
Gracias a ello, con ventilación mecánica mejoramos nuestra salud y también el bienestar de los nuestros en el hogar o en el lugar de trabajo. Descansamos mejor y notamos los efectos beneficiosos de disfrutar de salud y aire de calidad al poder concentrarnos mejor y evitar la irritabilidad que origina la contaminación en nuestros pulmones.
Ventilar un espacio no es simplemente abrir las ventanas. Si bien eso es válido para eliminar parte del aire de baja calidad que pueda haber almacenado en un espacio, hoy en día tenemos claro que el foco de contaminación o todos los contaminantes del aire no se eliminan únicamente abriendo las ventanas durante un rato. Además, que eso no nos libra de introducir aire con partículas y polución procedente del exterior.
Sin embargo, ¿qué podemos hacer si no disponemos de un sistema de ventilación en nuestras casas? Primero de todo, tener unos buenos hábitos de conducta y conocer qué puede marcar la diferencia para limpiar el aire de nuestros hogares o, al menos, no contaminarlo.
- Al usar productos de limpieza, siempre han de estar abiertas las ventanas. Ante todo, antes de empezar a usarlos, y luego dejar que entre el aire del exterior al menos durante media hora. Aunque se haya ido ya el mal olor.
- Lo mismo puede aplicarse a la cocina, las ventanas han de estar abiertas antes de empezar a cocinar y durante 30 minutos después de apagar los fuegos. En este caso, también hay que contar con un extractor de humo y usarlo al máximo de potencia cuando lancemos humo.
- El polvo es uno de los grandes enemigos del binomio salud y calidad del aire. Es fácil, muy fácil, que se cuele en casa, sobre todo si a través de las ventanas entra la suciedad que se genera en exteriores. Así que hemos de ser extremadamente cuidadosos y quitar el polvo de los lugares donde no se ve. Detrás de la televisión, en los altillos y armarios, debajo del sofá y en aquellos lugares donde normalmente no miramos. ¿Tienes alfombra? Entonces el problema es mayor. No has de limpiarla cada semana, pero al menos un par de veces al mes conviene que la saques al exterior y que elimines el polvo que tenga almacenada.
- Las velas y los ambientadores han de reservarse para momentos indicados. En el primer caso, las celebraciones especiales y, en el segundo, solo con excesos de malos olores. Si usas refrescantes, mira que sean naturales.
- No uses estufas de combustión. Y ten presente que el aire acondicionado y la calefacción no eliminan el aire de baja calidad, para eso es necesario un sistema de ventilación.
Apostar por salud y calidad del aire es hacerlo por mejorar nuestras vidas y las de nuestros familiares. Así que no olvides tener presentes todas estas recomendaciones y empieza a respirar mucho mejor.
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