El papel del edificio inteligente en la protección de nuestro entorno
Las cada vez más restrictivas normativas relacionadas con la protección al medioambiente y la eficiencia energética hacen que el sector de la construcción se plantee un cambio de modelo. Así, los proyectos de arquitectura más avanzados ponen su mirada en la construcción de edificios inteligentes capaces de, entre otros logros, minimizar el gasto energético. Pero ¿qué es un edificio inteligente?
¿Qué es un edificio inteligente?
Un edificio inteligente es aquel que se sirve de las últimas tecnologías para mejorar, por un lado, su utilización y control por parte de los usuarios, y, por otro, su eficiencia energética. Una de las características es el uso de la domótica, es decir, un conjunto de mecanismos cuya finalidad es la de automatizar los edificios. Así, mediante un sistema integrado de telecomunicaciones, se pueden programar, ya sea desde el interior como desde el exterior, la iluminación, las persianas, los electrodomésticos, o el sistema de ventilación mecánica, entre otros. Gracias a este uso controlado y a una gestión eficiente de los recursos, no solo se obtiene el máximo confort y bienestar, sino que se puede minimizar el gasto de energía que supone la utilización de un edificio.
En lo referente a las instalaciones ventilación mecánica, cuando hablamos de control inteligente hablamos de la implementación de dispositivos capaces de adaptar el caudal de ventilación, necesario para obtener un aire interior de calidad, a las condiciones de humedad, de CO2, etc.
Edificios de consumo de energía casi cero: el paradigma del edificio inteligente
Un edificio de consumo de energía casi nulo es aquel minimiza al máximo la demanda energética. Durante su diseño, construcción y uso se emplean fuentes de energía renovables —para minimizar la huella ecológica, es decir, las emisiones de CO2—, y sistemas de almacenamiento de la energía. Cabe recordar que igual de importante que la generación de energía, o incluso más, es la conservación de la misma. Se trata de lograr que el edificio actúe como lo hace un termo: evitando la disipación de la energía hacia el exterior a través de sus cerramientos.
Los nZEB (por sus siglas en inglés), son edificios altamente eficientes capaces de funcionar de una manera casi autónoma. La elevada contaminación de la atmósfera, causante del calentamiento global del planeta, ha propiciado que las autoridades tomen cartas en el asunto. Así, desde la Unión Europea se promueve la construcción de este tipo de edificios. No en vano, todas las construcciones públicas de obra nueva deberán ser nZEB a partir del 2018. En el caso de edificios de obra nueva privados la fecha ha quedado fijada para el 2020.
Arquitectura sostenible: una cuestión urgente
La construcción de edificios eficientes es más que una necesidad:
- Protege el medio ambiente, gracias a la disminución de las emisiones de CO2, a la utilización de energías renovables (solar, eólica, hidráulica, geotérmica…) y a la reducción de los residuos generados.
- Protege la salud de las personas. Gracias a la calidad del aire interior de sus espacios, podemos afirmar que edificio inteligente es sinónimo de salud, confort y bienestar.
- A largo plazo, suponen un ahorro económico. Si bien es cierto que en un principio la inversión puede ser un poco mayor, la práctica supresión de los sistemas convencionales de calefacción y refrigeración, la implementación de controles en todos los sistemas de instalaciones (iluminación, protección contra incendio…) y el empleo de dispositivos de control de los consumos, revierten en una reducción del consumo energético, y en consecuencia, de la factura económica.
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