Qué es la humedad específica y cómo afecta a tu bienestar
Una tasa de humedad inadecuada, tanto por exceso como por defecto, puede poner en riesgo la salud de los tuyos. Existen tres tipos de humedad: la humedad absoluta, la humedad específica y la humedad relativa. La primera hace referencia a la cantidad de vapor de agua por unidad de volumen de aire ambiente. La segunda, también a la cantidad de vapor de agua que contiene el aire, pero en lugar de medirse en gramos por metro cúbico (como la humedad absoluta), se mide en gramos por kilogramos de aire seco. La humedad relativa se refiere a la cantidad de vapor de agua que contiene el aire en comparación con la cantidad máxima que puede contener sin variar su temperatura.
Problemas derivados de una tasa de humedad inadecuada
Sea cual sea el método para valorar la cantidad de vapor de agua que contiene el aire, si queremos garantizar el máximo confort y no influir de manera negativa en el equilibrio térmico de nuestro cuerpo, es de suma importancia controlar este parámetro ambiental.
Salvo en los recintos en los que existe peligro por electricidad estática, se recomienda que la tasa de humedad se sitúe entre el 30 y el 70%. Tal y como hemos apuntado anteriormente, tanto una humedad demasiado baja como una demasiado alta puede poner en riesgo nuestra salud.
Humedad baja
Una tasa de humedad por debajo del 30% reseca las mucosas y la epidermis, e irrita los ojos y las vías respiratorias. Además, no favorece la eliminación de electricidad estática.
Humedad elevada
Una tasa de humedad por encima del 70% favorece la aparición de hongos y ácaros del polvo, con lo que aumenta el riesgo de alergias, asma y demás problemas respiratorios. Por otro lado, dificulta la disipación de la sudoración, con lo que se elimina menos calor de nuestro cuerpo y aumenta el disconfort térmico.
Una tasa por encima del 70% no solo afecta a la salud de los ocupantes, también puede causar serios daños en nuestra vivienda, pues favorece la emisión de sustancias contaminantes de ciertos materiales (formaldehído) y la corrosión de los mismos.
No abusar de la calefacción
Teniendo en cuenta que la humedad del ambiente se reduce cuando incrementamos la temperatura del aire (y a la inversa), se deben tomar precauciones a la hora de utilizar los sistemas tradicionales de calefacción, pues su abuso puede secar el aire por debajo del nivel recomendado. El problema se agrava cuando la exposición a estos sistemas de calefacción se prolonga durante horas. Por otro lado, si no se controlan los puentes térmicos de la envolvente, un exceso de temperatura en el interior puede originar condensación de vapor de agua en las superficies frías.
Controla la humedad con un sistema de ventilación eficiente
La mejor medida de prevención para evitar los problemas derivados por una tasa inadecuada de humedad es proporcionar a nuestros hogares un caudal de ventilación suficiente que garantice la renovación del aire. Por efecto barrido, se extraerá el aire viciado del interior y proporcionaremos un aire fresco, limpio y libre de impurezas. Si, además, instalamos sistemas de ventilación mecánica controlada con dispositivos inteligentes (bocas higrorregulables y sondas que ajusten la humedad del aire insuflado a la del aire interior) garantizaremos ambientes interiores con una tasa de humedad dentro de los parámetros recomendables.
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