estrés térmico

El estrés térmico se define como el malestar producido por un exceso de calor en el trabajo, ya sea al aire libre o en interiores. Puede ser debido a unas condiciones ambientales en exteriores extremas o también debido a una mala climatización. Y puede ocurrir en verano si es al aire libre o en invierno si es en interiores. Técnicamente, se conoce a este fenómeno como los «esfuerzos desmesurados de los mecanismos de los que el cuerpo dispone para mantener la temperatura interna a 37ºC», entre los que está el sudor y el malestar.

Es muy importante conocer a fondo los efectos del estrés térmico, ya que influye notablemente en la salud y también en el rendimiento profesional, además de en el confort de las personas. Ante todo, podemos comentar dos tipos de estrés térmico:

  1. Aquel en el que influyen las condiciones meteorológicas exteriores. Por ejemplo, trabajar en verano en exteriores y con ropa de poca transpiración o realizando algún esfuerzo físico.
  2. También podemos hablar de estrés térmico al tener unas condiciones de calor demasiado elevadas en interiores. Puede ser debido a una deficiencia frente al calor en verano o también debido a un mal uso de los sistemas de calefacción en invierno. Además de en lugares como fábricas o lugares poco ventilados, donde la operación profesional hace subir las temperaturas.

De la misma manera, podemos decir que existen cuatro variables que influirán en nuestro confort climatológico y que podrán fomentar la aparición del estrés térmico en interiores o exteriores:

  • La temperatura del aire. Muchas veces se mide la temperatura en un punto de una estancia que se encuentra en mejores condiciones. En interiores, los valores ideales en invierno y verano serían de 22ºC y 24ºC respectivamente.
  • La humedad relativa en el ambiente. Si es verano, los valores de vapor de agua en el aire deberán estar entre los 45ºC y los 60ºC. Si es en invierno, el intervalo es de 40ºC a 50ºC.
  • La temperatura de los objetos que nos rodean y también de las paredes, techos y suelos. Por ejemplo, en una oficina con muchas máquinas será más fácil que aparezca una sensación de escaso confort debido al calor producido. También han de tenerse en cuenta otros aspectos, como la ocupación de una estancia.
  • La velocidad del aire. Es por ello que el uso de ventiladores puede hacer que sintamos una mejor sensación térmica.

Es muy importante controlar la ventilación mecánica y la climatización en interiores para evitar problemas relacionados con el estrés térmico en interiores incluso en invierno. ¿Hace demasiado calor en la oficina durante los meses de invierno? Eso también puede crear una falta de confort que afecte a la salud y a la productividad.

 

Estrés térmico debido a una mala climatización

Muchas personas se quejan de que en sus oficinas hace demasiado frío en verano y muchísimo calor en invierno. Curiosamente, al revés de lo que ocurre en la calle. Eso suele pasar debido a un abuso de los sistemas de climatización, lo que puede ser un problema para quienes habiten dichas estancias. En invierno, es posible sufrir de estrés térmico en las oficinas.

El Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE) avisa que en verano deberíamos tener unas temperaturas de 22ºC en interiores. Pero, para muchas personas, alcanzar una sensación de mucho más calor es considerado un bienestar que en realidad no lo es. Aumentar el uso de la calefacción hasta temperaturas de verano no solo es deficiente en relación a la eficiencia energética -con un gran gasto en suministros-, sino que puede producir malestar en los trabajadores y casos de estrés térmico. Por ejemplo:

  • Dolores de cabeza y sensación de pesadez.
  • Somnolencia y desgana frente a actividades racionales.
  • Ralentizaciones en los actos cotidianos.
  • Peor rendimiento laboral.
  • Mareos y sensación de estar desorientado.
  • Depresiones y bajadas emocionales en casos avanzados.

Por todo ello, merece la pena tratar de no abusar del calor en interiores incluso en invierno. Normalmente, gran parte de los problemas proceden de un uso indiscriminado de los sistemas de climatización tradicionales.

La calefacción emite un aire caliente que suele almacenarse en las zonas superiores de las estancias, calentando la cabeza a quienes están en ellas. En cambio, los pies suelen estar fríos. Para el confort en el hogar, es mucho más saludable tener los pies cálidos y el tronco superior frío, sobre todo la cabeza.

En lugar de emitir calor mediante aparatos de calefacción, para mitigar los efectos negativos de la climatización es mejor tener unas estancias con mayor estanqueidad y que cuenten con un sistema de ventilación mecánico de doble flujo para evitar el estrés térmico.