De acuerdo con el CTE DB HS 1 Protección frente a la humedad, los edificios deben minimizar el riesgo predecible  humedad o acumulación de vapor de agua tanto en su interior como en sus cerramientos. Dicha presencia de agua puede provenir del agua de lluvia, de las escorrentías, del propio terreno o de las condensaciones. Para ello, se deberán disponer mecanismos que eviten la entrada o aparición de agua o posibiliten su evacuación, en el caso de que ya hayan hecho presencia, sin poner en riesgo la estructura y los materiales del edificio.

 

Origen de las humedades

La presencia de humedad en nuestras viviendas puede deberse a tres causas, en función de su origen:

Humedad por condensación. Se produce cuando el vapor de agua que contiene el aire (humedad del ambiente) pasa a estado líquido cuando entra en contacto con una superficie que está a una temperatura más fría que él. Se exterioriza en los rincones de las paredes y los techos, y en los perímetros de las ventanas, en forma de manchas oscuras.
Humedad por capilaridad. Se produce como consecuencia del ascenso del agua del terreno a través de los materiales de construcción. También puede deberse a la rotura de alguna tubería de agua.
Humedad por infiltración lateral. Se producen cuando se transmite la humedad del terreno a los locales adyacentes por estar los muros en contacto directo con el suelo (recintos enterrados o semienterrados).

 

Causas de las humedades

Las causas de las humedades por capilaridad o por infiltración lateral se deben a defectos de construcción o a soluciones constructivas inadecuadas que no han tenido en cuenta la impermeabilización, el drenaje y la ventilación de los muros en contacto con el terreno.

Entre las causas de la humedad por condensación encontramos las siguientes:

  • Una renovación de aire insuficiente (sistema de ventilación inadecuado).
  • Aislamiento térmico de los cerramientos y de los vidrios insuficiente.
  • Soluciones constructivas inadecuadas o defectos de construcción.
  • Sistema de calefacción no adecuado (incorrecta distribución del aire caliente).

La humedad, sea cual sea su procedencia, puede causar enormes desperfectos en nuestros edificios, además de perjudicar seriamente la salud de sus ocupantes. Entre los efectos de una humedad excesiva encontramos el deterioro de los materiales de construcción, de la estructura del edificio, del mobiliario y de la instalación eléctrica, así como también un considerable aumento de la factura energética, debido a que un exceso de humedad aumenta la sensación térmica.

 

Cómo evitar la condensación de vapor de agua en el interior de nuestros edificios

Algunas buenas prácticas para evitar la condensación son las siguientes:

Aumentar el aislamiento térmico de la envolvente del edificio, a fin de evitar la condensación en los paramentos a causa de la diferencia de temperatura entre el exterior y el interior.

Instalar en nuestros edificios un sistema de ventilación mecánica controlada de doble flujo que garantice la correcta renovación del aire interior. Dado que se trata de un sistema totalmente hermético y monitorizado, se puede controlar el nivel de humedad relativa de los locales en cualquier momento y se puede garantizar el caudal de ventilación mínimo para la correcta renovación del aire.

Disponer de un deshumidificador. La instalación de deshumidificadores en los recintos más húmedos de la vivienda ayudará a mantener la humedad relativa alrededor del 50%.

 

CTA Horizontal E-Book - La salud de los edificios: elemento clave en el bienestar y el confort