deshumidificadores

Cuando un espacio interior contiene demasiada humedad deja se ser un lugar confortable tanto si pertenece a un lugar de trabajo o a una vivienda. Los deshumidificadores constituyen uno de los mejores sistemas para eliminar ese exceso de humedad. Con ellos se puede regular el contenido de humedad para que no exceda del 60 %, limite a partir del cual se considera que el ambiente no es saludable ya que pueden aparecen microorganismos en el ambiente y como consecuencia de ello se pueden contraer infecciones.

 

¿Cómo funcionan los deshumidificadores?

Estas máquinas que quitan la humedad pueden ser de diferentes tipos según su funcionamiento:

  • Refrigerantes. Mediante un ventilador, estos aparatos aspiran el aire hacia su interior, donde lo filtran y lo llevan hasta un evaporador que se encuentra a muy baja temperatura gracias a que contiene un gas refrigerante. Al pasar por ese evaporador, el agua presente en el aire, llega a su punto de rocío, condensándose y separándose del mismo. Este agua extraída en ocasiones se almacena en un depósito interno, o bien se elimina a través de un desagüe conectado con la red de saneamiento. El ciclo finaliza cuando el aire pasa por un condensador donde se calienta para recuperar la temperatura inicial y se expulsa de nuevo al exterior.
  • Desecantes. Estas máquinas quitan la humedad sin emplear compresores ni refrigerantes. Para ello el aire aspirado es conducido hasta un condensador que dispone de un rotor impregnado con un material altamente higróscópico llamado desecante. Normalmente se emplea un gel de sílice que absorbe el agua. Este sistema es especialmente recomendable para reducir la humedad en ambientes muy fríos. Se consigue reducir el nivel de humedad relativa por debajo del 35 %, lo que lo hace especialmente recomendable en instalaciones industriales que requieren ambientes muy secos.

 

Ventilación Mecánica Controlada

Otro sistema, diferente a los deshumificadores, para reducir la humedad del interior de una vivienda consiste en utilizar una ventilación mecánica que se obtiene mediante el uso de equipos que facilitan la admisión de aire por medios mecánicos y una extracción del mismo que puede ser de simple flujo autorregulable, de simple flujo higrorregulable o de doble flujo. Este tipo de instalación permite la posibilidad de controlar los flujos de admisión y de expulsión del aire de forma continua mediante un accionamiento programado por el usuario y sin que sea necesaria su intervención, lo que permite una ventilación constante y obtener ahorros en los consumos de climatización. Al realizar una renovación constante es importante que la instalación incorpore filtros de aire en la admisión para impedir la entrada de contaminantes exteriores en el interior de la vivienda. A este tipo de ventilación se le conoce como Ventilación Mecánica Controlada (VMC), y puede ser de simple flujo auto-regulable, de simple flujo higrorregulable o de doble flujo.

La diferencia entre los dos tipos de ventilación mecánica controlada de simple flujo se basa en el sistema utilizado para modificar de forma automática la superficie de paso en las tomas de admisión y de extracción del aire. En las autorregulables esta regulación se realiza en función de la presión a la cual está sometida y en las higrorregulables se realiza en función de la humedad del interior de la vivienda.

Por otro lado, la ventilación mecánica controlada de doble flujo está generalmente centralizada en un equipo que incorpora un sistema de recuperación de calor que permite mejorar el confort y el ahorro energético intercambiando energía entre el aire interior climatizado que se extrae, y el aire sin climatizar que se introduce en el interior. El recuperador de calor hace que este tipo de ventilación sea la más eficiente ya que permite obtener un gran ahorro en el consumo de energía, garantizando a la vez la humedad y la temperatura adecuadas. La ventilación mecánica controlada de doble flujo es la que requiere mayor inversión económica, pero es la que aporta un mayor ahorro de energía y confort en términos de calidad del aire e insonorización.

Los componentes básicos de una instalación mecánica controlada (VMC) de doble flujo son: el recuperador de calor, la caja de distribución, los conductos de impulsión en los locales secos, y los de extracción en los locales húmedos. Es necesario conseguir un equilibrio entre el volumen de aire impulsado y el volumen  de aire extraído para asegurar el buen rendimiento de la instalación.

La distribución de los conductos de una instalación de ventilación mecánica controlada de doble flujo puede ser lineal o en estrella. Generalmente, la distribución lineal se realiza con conductos de acero galvanizado o de materiales termoplásticos. Tiene la ventaja de que se utiliza menos material para su instalación, pero sin embargo puede producir un mayor nivel de ruido entre los diferentes locales de la vivienda. Para evitarlo se requiere instalar aislamiento acústico en los conductos. En la distribución en estrella se utilizan conductos independientes entre la caja de distribución y cada sala de la vivienda, lo que comporta un mayor consumo de material. En este caso los conductos suelen ser de polietileno de alta densidad. También suelen disponerse con sección constante, ya que de esta manera se evita cualquier transmisión acústica entre las diferentes dependencias de la vivienda.

En el sistema de doble flujo también se pueden utilizar equipos individuales para la admisión y la extracción de aire. La instalación es más sencilla porque se evita la colocación de conductos, pero es necesario realizar aberturas en la fachada con el consiguiente impacto visual que esto puede producir en el aspecto exterior del edificio.

Los sistemas de ventilación de doble flujo son indispensables cuando se quiere construir edificios pasivos o edificios en los que se quiere conseguir un alto grado de ahorro energético. En este sentido se debe tener en cuenta que la Directiva Europea 2010/31/UE  va a promover que a partir del 31 de Diciembre de 2018 todos los edificios de nueva construcción que sean ocupados o sean propiedad de la administración pública deben ser Edificios de Energía Casi Nula (EECN), y a partir del 31 de Diciembre del 2020 para todo el resto de edificios de nueva construcción de propiedad privada. Por tanto, esta normativa afectará no sólo a los edificios de nueva construcción, sino también a los que sean objeto de una gran rehabilitación.

 

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