Una buena calidad del aire en los espacios interiores es una cuestión que ha cobrado especial relevancia a lo largo de los últimos años. Sobre todo, desde que la pandemia de COVID-19 nos revelase su importancia de cara a evitar la propagación del SARS-CoV-2. Sin embargo, hay otros muchos agentes contaminantes que pueden afectar negativamente a nuestra salud. Por ello, en Siber queremos hablar de la importancia de la ventilación para conseguir los niveles adecuados.

Calidad del aire en un local público

Medir la concentración de dióxido de carbono (CO2) presente en el aire de un local público es la manera más sencilla de controlar su calidad. Para ello, solo necesitamos una sonda de medición específica que podemos encontrar fácilmente en el mercado.

Conviene recalcar, antes de continuar, que el CO2 no es un contaminante en sí mismo. No obstante, refleja la actividad que las personas han tenido dentro de un espacio y la necesidad de ventilarlo.

En el exterior, donde mayor calidad del aire se puede percibir, las concentraciones de CO2 se sitúan en torno a las 400 partes por millón (ppm). De hecho, se considera que, en el interior de un local público, podemos disfrutar de un ambiente saludable siempre que se sitúe por debajo de las 800 ppm. Entre ese valor y las 1200 ppm se considera aceptable. A partir de esta cantidad, será necesario ventilar el espacio.

Niveles adecuados de ventilación

Para lograr un correcto nivel de calidad del aire, contar con los caudales de ventilación recomendados es imprescindible. A tenor de lo expuesto en el Reglamento de Instalaciones Térmicas de los Edificios (RITE), debe situarse entre los 12,5 litros por segundo (l/s) y los 20 l/s por persona. Este factor es el más comúnmente utilizado para delimitar el aforo de un espacio público.

En ese sentido, los niveles adecuados de ventilación puede alcanzarse de varias maneras. La más sencilla es apostar por la ventilación natural, pero siempre con mucho cuidado de que no se produzcan ventilaciones cruzadas. Dicho en otras palabras, evitar que el aire viciado de una estancia acabe en otra, en lugar de en el exterior. Por ello, es recomendable llevarla a cabo siempre de manera individual.

Sin embargo, lo más normal es tener que recurrir a los sistemas de ventilación forzada. Estos, además, suelen incorporar filtros en su interior que ayudan a incrementar aún más la calidad del aire. ¿Cómo? Gracias a su capacidad de retener los agentes nocivos presentes en el aire exterior. Hablamos, por ejemplo, de partículas de polen, hongos causantes del moho, bacterias y otros microorganismos.

Eso sí, debemos tener cuidado con la utilización de filtros, ya que pueden reducir el caudal de ventilación. De hecho, por lo general, cuanto mayor sea su eficacia, más pérdidas de carga originarán. Un hecho que debe ser compensado mediante sistemas de purificación de aire.

Sistemas controlados de ventilación en locales públicos

Sin duda, las unidades de tratamiento de aire son los sistemas de ventilación en locales públicos más utilizados. Ofrecen la ventaja de ventilar de manera continua el interior de los edificios y establecimientos.

Por ejemplo, en locales públicos de alta ocupación, se recomienda tenerlos encendidos durante las 24 horas del día. Eso sí, dos horas antes de la apertura, se llega a la velocidad nominal, que se reduce dos horas después de que esto se produzca y durante todo el tiempo de uso.

En definitiva, estos aspectos forman parte de varias ideas básicas de la normativa de ventilación de edificios en España a tener en cuenta. No en vano, la calidad del aire en el interior de los espacios públicos es de suma importancia. Por este motivo, una correcta ventilación es fundamental para garantizar la salud y el bienestar de las personas