Los peligros del Gas Radón en casa
Los peligros del Gas Radón, un gas que emerge del suelo y puede afectar a la salud y confort en casa. Se encuentra en el aire y el agua y puede desencadenar o contribuir a desarrollar cáncer de pulmón. Por lo tanto, es aconsejable reducir al máximo su presencia en lugares habitados. No obstante, dado que no tiene color, olor o sabor, su detección resulta complicada.
Procedencia y riesgos del gas radón
El gas radón proviene de forma natural de la descomposición y transformación radioactiva del uranio, torio y radio. Las partículas de este gas viajan en el aire y con una presión más baja que los gases del suelo. De esta manera, pasa a través de las grietas y aberturas en las losas y se introduce en las viviendas. Puede hacerlo, incluso, a través de huecos en cimientos, paredes o de las cañerías de los cuartos de baño.
También puede encontrarse en el agua. No obstante, en ese caso el riesgo para la salud es menor que cuando se concentra en el aire. El peligro más elevado es por inhalación de unos niveles altos del gas. Una vez que llega a los pulmones, estos reciben pequeñas cantidades de radiación. Sus efectos nocivos pueden hacerse patentes años después de una exposición prolongada. La víctima no es consciente del daño al que ha estado expuesto hasta que se le detecta la enfermedad.
El gas sube desde el suelo hasta la superficie, aunque en espacios abiertos su concentración es pequeña porque se disipa. No resulta tóxico ni peligroso en pequeñas cantidades.
Sin embargo, en espacios cerrados, viviendas de planta baja, instalaciones industriales o lugares de trabajo, sí puede presentar peligro. De ahí la importancia de una buena ventilación, para la cual, a menudo, se utilizan sistemas controlados, como los extractores. El riesgo para la salud es su efecto desencadenante o de sinergia en la aparición del cáncer de pulmón. Tan es así, que es la segunda causa de aparición de esta enfermedad, después del tabaco. En fumadores, la probabilidad de aparición de esta dolencia se multiplica.
Prueba de detección de radón. Métodos y momento para realizarla
Para la detección de radón hay métodos activos y pasivos, y es conveniente medirlo en algunas situaciones.
Métodos pasivos
Son los más usados y, además, es importante que estén certificados con la ISO 17025. Ejemplos de estos métodos son los detectores de trazas CR39, las células de centelleo o los detectores de carbón activo. La exposición se expresa en la siguiente medida: kBq h-1m-3. Por otra parte, cuando se calcula incorporando el tiempo de exposición, el resultado se da en Bq m-3.
Métodos activos
A diferencia de los anteriores, los métodos activos ofrecen secuencias de datos asociadas al tiempo de exposición. Dado que las cantidades de este gas pueden oscilar mucho, incluso en un mismo día, la medición resulta compleja. Por esa razón, se requieren técnicos con experiencia en este ámbito. Hay una amplia variedad de equipos que miden los niveles de radón con este método. Sus precios van desde los 100 euros a varios miles de euros. Asimismo, es importante que midamos siempre en unas condiciones similares y con un dispositivo calibrado.
Cuándo realizar la prueba de detección
Es conveniente realizar la medición en varias situaciones. Una de ellas es en un edificio donde vivimos no se ha realizado nunca esta prueba. Por otro lado, resulta recomendable hacerla cada diez años. Por último, si hemos realizado una reforma, hemos comprado o rehabilitado una vivienda también deberíamos encargar este test.
Hemos visto la procedencia y riesgos del gas radón. Es importante recordar la necesidad de ventilar bien las viviendas y de realizar la prueba en determinados casos. Si te ha interesado este tema, échale un vistazo al siguiente artículo: La calidad del aire interior y sus múltiples efectos sobre la salud.
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