Eficiéncia energética en la ventilación de doble flujo

Durante mucho tiempo, a la hora de realizar una compra o inversión en un inmueble, tanto particulares como empresas, habían valorado distintos factores: estado de conservación, localización, superficie, servicios y comunicaciones cercanas, rentabilidad,…

Pero, en las últimas dos décadas, están adquiriendo también un importante valor los materiales y las calidades de la construcción. Todo ello se traduce en ahorro de costes futuros, tanto de mantenimiento y conservación, como de ahorro energético.

En este último punto, la eficiencia energética, es donde más se impulsa su mejora. Tanto desde los estamentos públicos como IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, como a través de la modificación de la legislación, como es el caso del RITE (Reglamento de Instalaciones Térmicas de los Edificios).

La certificación energética en viviendas

En el caso de las viviendas es donde mayor hincapié se está haciendo. Se comenzaron a dar los primeros pasos en el año 2002, con la Directiva de Eficiencia Energética en Edificios. Posteriormente, a través del Real Decreto 47/2007, de 19 de enero, que aprueba el procedimiento básico para la certificación de eficiencia energética de edificios de nueva construcción. Si bien el espaldarazo final se produjo en el año 2013, con el Real Decreto 235/2013, de 5 de abril, por el que se aprueba el procedimiento básico para la certificación de la eficiencia energética de los edificios.

Legalmente, toda vivienda e inmueble que se desee vender o alquilar debe obtener esa certificación energética. Se trata de la tan conocida escala de colores de la A hasta la G que aparece hasta en cualquier electrodoméstico que compramos hoy en día.

En el caso que nos ocupa, en edificación, sería la relación de energía consumida para mantener el interior en unas condiciones confortables de habitabilidad para sus ocupantes. Para la mejora de esta relación entran en juego diferentes factores como un buen diseño previo y una elección adecuada tanto de materiales y equipamiento como de su instalación. Todos estos pasos van encaminados a estandarizar unos mínimos para que los edificios tengan un sentido de sostenibilidad y eficiencia energética.

 

La importancia del estándar Passivhaus

Gracias a las constantes evoluciones técnicas, debemos ir un paso más adelante. Ya en el año 1988, en Europa central se originó el estándar Passivhaus. Está basado en 5 puntos para reducir en un 70% el consumo energético respecto a una vivienda tradicional:

  • Excelente aislamiento térmico.
  • Carpintería de puertas y ventanas de altas prestaciones.
    Estanqueidad para evitar infiltraciones de aire.
  • Ausencia de puentes térmicos.
  • Ventilación mecánica con recuperación de calor.

En el caso de realizar proyectos basados en este estándar, se daría un gran salto cualitativo pasando de los mínimos exigidos legalmente a la excelencia y colocando estos proyectos a la cabeza de la innovación. Para cumplir con estos estándares y lograr la certificación Passivhaus, un edificio debe cumplir con los siguientes requisitos:

  • Demanda de calefacción: < 15 kWh/(m²a)
  • Demanda de refrigeración: < 15 kWh/(m²a)
  • Demanda de energía primaria: < 120 kWh/(m²a) (calefacción, agua caliente y electricidad)
  • Hermeticidad: < 0.6 renovaciones de aire por hora (valor con un diferencial de presión de 50 Pa)

 

Hacia un futuro más eficiente en el sector de la arquitectura

Las construcciones además de cumplir estrictamente con las normativas de eficiencia energética van más allá. Aportan un valor añadido a ese patrimonio, ya que suponen un ahorro en facturas eléctricas, un menor tiempo de rentabilización y un plus añadido a la hora de que aumente la tasación del inmueble.

En la actualidad, la eficiencia energética ya no suena a ciencia ficción ni a futuro lejano. No supone un gasto superfluo, es una obligación y necesidad para cualquier tipo construcción. Aporta mayor valor a los proyectos de arquitectura y contribuye al bienestar de las personas que los ocupan.