contaminación exterior

Uno de los mayores venenos del mundo puede ser algo tan necesario como el aire con el que respiramos. Sin embargo, en muchas ocasiones se le da menos importancia al aire cuando se piensa en salud que a otros factores, como suele ser la comida o la bebida. Y es que de poco nos sirve comer muy bien o vigilar lo que bebemos si respiramos un aire de mala calidad. Y uno de los culpables puede ser la contaminación exterior que se produce en las ciudades y, en otras situaciones, también en entornos naturales.

En España, por fortuna, no tenemos unos niveles de polución continuados en nuestras ciudades que se mantengan todo el año, como ocurre en países en vías de desarrollo. Sin embargo, algunas grandes urbes como Madrid sufren de problemas de gran contaminación exterior durante varios días al año, lo que puede suponer un problema para la salud, sobre todo en personas que tengan algún problema respiratorio.

¿Cuáles son los principales efectos por exposición a la polución? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la contaminación exterior se aumenta el riesgo de padecer enfermedades respiratorias agudas, como la neumonía, y crónicas, como el cáncer del pulmón y las enfermedades cardiovasculares. Los efectos son mucho más susceptibles en niños y en ancianos, y los efectos se hacen notorios al cabo del tiempo, a menos que el grado de contaminación sea muy elevado.

Para saber qué grado de polución en tiempo real tenemos en el mundo, el grupo medioambiental Índice de la Calidad Ambiental de China (AQIC por sus siglas en inglés) ha creado una de las mejores herramientas para conocer el grado de contaminación en cualquier lugar del planeta. Con ella podemos ver en qué situación estamos en cada momento, tanto en nuestra localización como en otros lugares.

La medición para conocer el grado de polución, que además es la más utilizada actualmente, es la que sigue la escala PM2.5, que se refiere a la concentración de partículas en suspensión en el aire de menos de 2,5 micras, las más peligrosas según muchos expertos. El estándar creado en Estados Unidos para representar en una escala la peligrosidad de la contaminación exterior es el siguiente:

  • De 0 a 50 partículas PM2.5: aire de suficiente calidad y considerado satisfactorio.
  • De 51 a 100 partículas PM2.5: aire de calidad aceptable, que puede comportar daños moderados a aquellos sensibles a la polución.
  • De 101 a 150 partículas PM2.5: aire peligroso para grupos sensibles como los niños y los ancianos.
  • De 151 a 200 partículas PM2.5: aire peligroso. Todo el mundo puede notar efectos negativos.
  • De 201 a 300 partículas PM2.5: aviso de seguridad por peligro de emergencia. Toda la población podrá sufrir problemas.
  • Más de 300 partículas PM2.5: alerta general, toda la población puede sufrir problemas graves.

Para ejemplificar, en España es fácil estar en la segunda escala, siendo posible en muchas ciudades entrar en más de 100 partículas MP2.5. Sin embargo, la solución no es pensar que podemos simplemente conformarnos por pertenecer a un grupo de menor riesgo. Porque la contaminación es algo que, aunque no suponga un riesgo para la salud, sí que tiene consecuencias negativas.

Si respiramos un aire de mala calidad podremos favorecer la aparición de enfermedades respiratorias, descansaremos mejor, nos costará concentrarnos y podemos volvernos más irritables. Por ello, es importante combatir los esfuerzos de la contaminación exterior e interior.

 

¿Cómo protegernos de la contaminación exterior?

 

Frente a la contaminación exterior hemos de tener en cuenta las situaciones de riesgo y las medidas que podemos tomar. Desgraciadamente, no podemos cambiar la situación más allá de tomando conciencia de cómo nuestra actividad puede afectar al medio ambiente: no usar el coche, evitar los plásticos, reciclar todo lo que se pueda y buscar una manera de vivir sostenible.

Lo que sí podemos hacer es tener presente qué grado de polución hay en exteriores y actuar en consecuencia. Por ejemplo, evitando hacer ejercicio al aire libre si la contaminación exterior es elevada. El uso de máscaras solo está recomendado en días de niveles elevados, y no sirve una mascarilla normal. Para que sean efectivas contra la polución deben ser de certificación N95.

Sin embargo, lo que sí podemos hacer es tener cuidado con el aire que respiramos en interiores. ¿Por qué? Básicamente, porque las personas pasamos más tiempo en interiores que en exteriores en la actualidad. Respiramos mucho más dentro de casa o del trabajo que en la calle, así que hemos de vigilar la calidad de dicho aire.

El problema es que si queremos ventilar la casa abriendo las ventanas y hay bastante contaminación exterior lo que haremos será ensuciar más aún el aire de casa. Entrará la polución de la calle, y si luego cerramos las ventanas y cocinamos o usamos productos químicos aún ensuciaremos más el ambiente. Para ello, lo mejor es contar con un sistema de ventilación mecánico que incorpore filtros de aire para limpiar el aire que procede del exterior.