Edificio enfermo, ¿qué podemos hacer para evitar este mal?
Normalmente nos referimos a seres vivos cuando decimos que alguien está enfermo. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud quiso adaptar el término para referirse también a las viviendas y centros de trabajo que podían llegar a ser perjudiciales para las personas. Y empezó a hablar de lo que ahora ya se conoce como el síndrome del edificio enfermo. Si bien esta dolencia es más conocida en su forma inglesa, sick building syndrome.
Según el propio organismo internacional, un edificio enfermo es aquel que padece un conjunto de enfermedades que han sido originadas por la contaminación del aire en espacios cerrados. Y que dichas dolencias afectan a las personas igualmente, que pueden sufrirlas por culpa de esa contaminación.
Las enfermedades y malestares que pueden originarse por culpa del síndrome del edificio enfermo suelen darse, tal y como explica la Organización Mundial de la Salud, por una contaminación del aire en espacios cerrados. Por una mala ventilacion, una descompensación de temperaturas, por partículas en suspensión, por gases y vapores químicos o incluso debido a los aerosoles que se usen entre sus paredes. Todos ellos pueden ser los causantes de que un edificio pueda llegar a considerarse enfermo.
El principal problema de un edificio enfermo es que, en relación con su nombre, puede hacer que enfermen aquellos que lo habitan. Las personas que están afectadas por este síndrome pueden llegar a tener náuseas, mareos habituales, resfriados que no se curan e irritaciones en vías respiratorias y ojos, además de otras dolencias.
El mal de los edificios enfermos puede ir aun más allá. Como es el caso de la contaminación por gas radón, que puede llevar a la aparición de un cáncer de pulmón sin haber avisado, ya que este veneno además es muy difícil de detectar.
¿Cómo saber si habitamos un edificio enfermo?
En algunos casos será fácil identificar si estamos frente a un edificio enfermo y en otras será mucho más difícil de vislumbrar. En gran cantidad de de casos las únicas advertencias son los malestares que sufren quienes los habitan.
Como dato a tener en cuenta, el International Center for Indoor Environment and Energy (ICIEE) estima que el aire de mala calidad de los edificios enfermos incrementa en un 5% las bajas laborales. Combatirlo sale mucho más barato que soportar las pérdidas en empleados.
¿Qué dos clasificaciones iniciales hay de edificios enfermos?
- Edificios temporalmente enfermos. Estos casos son los menos importantes, ya que los efectos dañinos del inmueble irán desapareciendo con el tiempo. Se trata de aquellos edificios de nueva construcción o recientemente renovados. Los materiales utilizados aún se encuentran en el aire y han de ser expulsados por los sistemas de ventilación paulatinamente.
- Edificios siempre enfermos. Sus efectos dañinos perduran en el tiempo. En estos casos, el problema no viene de la construccion del edificio, sino de sus deficiencias. Ya sea por el deterioro o por fallos de diseño. Un mal sistema de ventilación, equipos de climatización poco eficientes o una dañina iluminación pueden ser importantes causantes. También haber abusado de sistemas de aire acondicionado en verano de forma intensiva y luego de haber caldeado las estancias en invierno hasta niveles demasiado elevados. Por otro lado, los edificios enfermos pueden tener un origen en gases que se hayan emitido a través de los materiales de construcción. Es precisamente ese el caso del gas radón, filtrado a través del suelo y las paredes.
Ya hemos dicho que un edificio enfermo puede producir un alto absentismo laboral, pero también disminuye la producción, ya que los trabajadores suelen encontrarse mal o desmotivados en el puesto de trabajo, normalmente por malestares respiratorios. Si eso ocurre, es interesante ver si se dan algunas de estas causas:
- Aire interior contaminado.
- Uso excesivo de esprays y perfumes.
- Una ausencia de luz natural compensada con un exceso de iluminación artificial. Mucha luz también puede ser mala al reflejarse en los ordenadores de los trabajadores.
- Una mala ventilación y escasa renovación del aire.
- Sistemas de aire acondicionado o calefacción colocados en lugares poco convenientes.
- Contaminación por culpa de químicos u otras sustancias.
Desde el Gobierno de España se ofrece un cuestionario para saber si un edificio está enfermo. A partir de allí, pudiendo saber si existe un problema, lo ideal sería contar con profesionales para resolverlo. Pero en numerosos casos puede solventarse con algunos cambios en el edificio.
Un nuevo sistema de ventilación, capaz de retirar el aire, sería quizás la mejor alternativa. Los contaminantes han de salir del edificio enfermo y ha de airearse la estancia. Los equipos que recuperen calor y minimicen el uso de los sistemas de climatización también son de buena ayuda.
Pueden seleccionarse materiales para reformar un edificio enfermo que mejoren la situación del mismo al ofrecer una mejor eficiencia energética. Si bien merece la pena saber cuál es el problema de fondo, y también descartar problemas mayores, como una posible contaminación por gas radón.
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