Los detectores de humo: tipos, funcionamiento e instalación
Los detectores de humo: funcionamiento e instalación
Los sensores de humo y gas son equipos que previenen de riesgos potenciales que pueden producirse dentro de una vivienda, debido a la presencia de gases tóxicos o inflamables. Detectan cualquier emisión de gas o la presencia de humo. Los detectores de gas pueden indicar la presencia en niveles peligrosos de distintos tipos de gases como el gas butano, el gas metano o el gas natural.
Los detectores de humo ópticos son equipos de seguridad que emiten una señal al detectar un contenido excesivo de humo en el aire. Tienen instalada una lente que detecta el humo visible. Este proceso se puede realizar a través del oscurecimiento del aire o detectando su dispersión. Se pueden distinguir dos tipos:
- De rayo infrarrojo, que disponen de un dispositivo emisor y un dispositivo receptor. El dispositivo receptor recibe una fracción muy pequeña de luz del dispositivo emisor una vez se ha oscurecido el espacio entre ellos, motivo por el cual se activa la alarma.
- De tipo puntual. Ambos dispositivos receptor y emisor están ubicados en una única cámara, aunque separados por una pantalla. De esta forma cuando entra humo en la cámara, el haz de luz se refracta hacia el receptor y enciende la alarma.
Dado que el humo tiende a elevarse, este tipo de aparatos disponen de una instalación fija ubicada en el techo que aumenta su eficacia y rendimiento. Funcionan mediante una señal acústica que se activa cuando se confirma la presencia de humo. El mantenimiento pasa necesariamente por revisar sus pilas cada seis meses y efectuar una limpieza periódica puesto que se pueden acumular residuos y polvo en la cámara.
Los detectores de gas son aparatos que detectan si hay gas en un espacio interior, activando una señal visual o sonora. En algunos casos están conectados al sistema de gas para que se desactive automáticamente, en el momento en el que los niveles superen los límites recomendados. Funcionan conectados a la red eléctrica, y de manera análoga a como sucede con los detectores de humo, se colocan en el techo para optimizar su funcionamiento. Pueden identificar varios tipos de gases como el butano, el propano o el metano. Si la concentración de gas en el ambiente está comprendida entre el 3% y el 20%, la alarma se activa.
Sensores de humedad y de CO2 en los sistemas de ventilación
La humedad es el factor más importante para calcular cuanto aire se ha de extraer de una vivienda. Por este motivo la extracción se realiza por las zonas húmedas del interior, evitando que se puedan producir condensaciones no deseadas. La extracción funcionará permanentemente en la posición de mínimo caudal para mantener el edificio en condiciones saludables. El extractor dispone de un sensor de humedad que detecta incrementos de la humedad relativa, por ejemplo de entre el 5% y el 10%. El caudal de aire extraído se incrementará mientras persista el nivel de humedad.
El CO2 es el indicador más apropiado para señalar el nivel de ocupación de personas y su actividad metabólica en un espacio. Los sensores de CO2 toman las medidas de las estancias ocupadas de la vivienda. Solo cuando se encuentran una o más personas el aire de la sala se irá contaminando. El sensor detecta esta variación en la composición del aire y activa el sistema de ventilación que empezará a ajustar el caudal de aire fresco según se necesite.
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