salubridad

¿Sabes cuáles son las exigencias del Código Técnico de la Edificación en materia de salubridad? En el presente artículo te explicaremos la relación entre los capítulos 1 (Protección contra la humedad) y 2 (Calidad del aire interior) con los sistemas de ventilación.

El documento básico establece que los edificios han de proyectarse, construirse, mantenerse y utilizarse de manera que se cumplan los requerimientos de higiene, salud y protección del medio ambiente (y que se recogen bajo el concepto de salubridad). El cumplimiento de dichas exigencias permitirá, por un lado, minimizar el riesgo de que los ocupantes de un edificio (siempre y cuando este se utilice en condiciones normales) sufran afecciones o dolencias, y, por otro, reducir el deterioro del propio edificio y del medio ambiente que lo rodea.

 

SALUBRIDAD: PROTECCIÓN FRENTE A LA HUMEDAD

De acuerdo con el CTE DB HS 1, Protección frente a la humedad, es obligatorio limitar los peligros que puede ocasionar la presencia improcedente de agua o humedad en las edificaciones. Así, se deben disponer de métodos que eviten la penetración de agua desde el exterior, y que puede proceder de las lluvias, de las escorrentías, del terreno o de las condensaciones.

Para evitar las molestas humedades en el interior de tu edificio, y, en consecuencia, las dolencias o afecciones que se pueden derivar de ellas (problemas respiratorios, malestar general, malos olores, resfriados, sinusitis, etc.) es indispensable disponer de un buen sistema de ventilación, de manera que se garantice la extracción del aire viciado (contaminado por el CO2 que emiten las personas como resultado de su respiración) y la impulsión de un aire limpio, fresco y libre de contaminación bacteriológica.

 

Ventilación natural: un sistema ineficaz

Tradicionalmente, el necesario proceso de ventilación de los espacios se ha llevado a cabo mediante la ventilación natural, ya sea esta unilateral, unilateral cruzada (la corriente de aire se origina al contraponer la entrada y la salida del aire) o por tiro térmico (mediante conductos verticales).

Este sistema de ventilación natural se ha demostrado ineficaz. Aunque las dos últimas se benefician de la diferencia de presiones entre la sobrepresión en la entrada y la depresión en la salida, no aseguran que los recintos estén protegidos frente a la humedad, con lo que no se garantiza la no existencia de hongos y mohos (la abertura constante de ventanas y balconeras entra en conflicto con el necesario confort térmico y el deseado ahorro energético). Además, hay que tener en cuenta que una ventilación natural por tiro térmico no funciona si hay inversión térmica o si las condiciones exteriores no favorecen el  efecto Venturi  necesario para generar las corrientes de aire.

 

SALUBRIDAD: CALIDAD DEL AIRE INTERIOR

De acuerdo con el CTE DB HS 3, Calidad del aire interior, la necesaria renovación del aire ha de efectuarse gracias a la instalación de aberturas de admisión en los recintos secos (salas de estar, comedores y dormitorios) y de aberturas de extracción en los húmedos (cocinas, cámaras higiénicas y lavaderos).

Este sistema de ventilación híbrida, si bien es más eficaz que la ventilación natural, también presenta desventajas. Desde el punto de vista energético es ineficaz: dado que el sistema carece de hermeticidad, no es posible establecer un control de los flujos del aire. Además, al carecer de dispositivos de recuperación de calor, no es posible incrementar la temperatura del aire que entra desde el exterior. Desde el punto de vista del confort también es poco recomendable: dado que se trata de un sistema no equilibrado, no se puede establecer un control sobre el caudal de entrada y de salida, y no se pueden controlar las condiciones de humedad.

 

Ventilación mecánica controlada de doble flujo: una solución eficaz y eficiente

Para evitar todos estos inconvenientes y garantizar que el aire que penetra en el interior del edificio es un aire sano, libre de impurezas y de contaminantes, es recomendable la instalación de un sistema de ventilación mecánica controlada de doble flujo, en los que la insuflación y la extracción se efectúan por medios mecánicos. Este sistema permite la instalación de un recuperador de energía (de manera que el aire impulsado del exterior entra atemperado). Además, al tratarse de un sistema equilibrado, es posible actuar sobre el volumen de caudal de aire y sobre la humedad relativa (mediante la presencia de sondas).

 

 

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