arquitectura sostenible

El término arquitectura sostenible proviene del término “desarrollo sostenible” empleado por primera vez por la Primera Ministra noruega Gro Brundtland en el informe “Nuestro Futuro Común” que presentó en las Naciones Unidas en el año 1987, donde se citaba textualmente: «El desarrollo es sostenible cuando satisface las necesidades de la presente generación sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para que satisfagan sus propias necesidades». En términos generales, la arquitectura sostenible se puede definir como aquella que tiene en cuenta el impacto de un edificio sobre el medio ambiente durante todo su ciclo de vida: es decir durante su construcción, pasando por su uso y mantenimiento y finalmente cuando es derribado.

Por lo tanto el desarrollo de una arquitectura sostenible pasa necesariamente por incorporar un proceso de construcción y unas instalaciones que garanticen una eficiencia energética durante su fabricación, montaje y funcionamiento. Para que una vivienda sea eficiente desde el punto de vista energético, es necesario reducir el consumo energético o dicho de otra manera producir más energía utilizando menos recursos. En el ejemplo de la iluminación, no se trataría de ahorrar luz, sino de iluminar mejor consumiendo menos electricidad.

Durante el pasado siglo XX hubo arquitectos que fueron visionarios al adelantarse a todos estos conceptos y proyectar edificios con una especial sensibilidad en cuanto a su relación con el medio ambiente y su consumo energético. En 1941 Ralph Erskine construye su pequeña casa de campo conocida como «The Box», cerca de la localidad sueca de Djupdalen. Al estar en una zona aislada la casa-refugio de Erskine debía ser auto-suficiente a la hora de acondicionarse durante los largos y duros inviernos de Suecia. Tanto la fachada norte como la cubierta se diseñaron con el único objetivo de aislar térmicamente la vivienda, mediante leña apilada en el caso del muro exterior y dotando a la cubierta de una pendiente mínima que permite que la nieve actúe como aislamiento térmico cuando su volumen no es excesivo. La gran chimenea central hacía re-circular el aire caliente por el interior de la vivienda a través de numerosas toberas. Tanto la construcción, realizada con materiales procedentes de los bosques colindantes, como el sistema de calefacción son por tanto bioclimáticos, aunque este término todavía no se había acuñado.

Jorn Utzon también fue visionario al construir su villa Can Lis en la isla de Mallorca, empleando únicamente materiales y sistemas constructivos autóctonos como la piedra marés. Como resultado se obtuvo una arquitectura antigua, aunque solamente en apariencia. En realidad se estaba adelantando claramente al futuro. Durante su construcción el número de emisiones de CO2 emitidas a la atmósfera fueron prácticamente nulas. Corría el año 1971.

Finalmente hay que citar a Michael Reynolds, arquitecto que en 1972 construye su primera vivienda empleando latas y envases reciclados como sistema de cerramiento. Pocos años después, en su primera «earthship», usará neumáticos unidos con arcilla para formar muros térmicos que actúan como grandes estabilizadores de la temperatura interior de la vivienda, conservando el calor durante el día y propagando lo hacia el interior durante la noche. En todo su trabajo realizado durante estos años, se ignora cualquier pretensión estética, sólo existe una preocupación por la funcionalidad y la autosuficiencia energética. Estas viviendas obtienen toda la energía necesaria del entorno natural en el que se construyen, empleando paneles solares y recolectando agua de lluvia para uso doméstico.

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