Todas las enfermedades derivadas del radón pueden prevenirse cuidando la ventilación

Cómo eliminar el gas radón a través de la ventilación, El radón es un enemigo silencioso. ¿El motivo? Se trata de un gas radiactivo inodoro, insípido e invisible que está presente en el ambiente. El proceso de desintegración del uranio presente en el suelo desde el origen del planeta es el responsable. Ahora bien, con una ventilación adecuada, podemos minimizar su impacto sobre la salud. A continuación, explicamos cómo.

¿Qué efectos tiene el radón sobre nuestra salud?

Para medir la cantidad de radón presente en el ambiente, es necesario utilizar un medidor electrónico. En concreto, este dispositivo arroja una cifra expresada en bequerelios por metro cúbico de aire (Bq/m³). Cuando el nivel de concentración excede los 100 Bq/m³, la Organización Mundial de la Salud estima que existe un riesgo grave para la salud.

Al aire libre, las concentraciones de radón suelen oscilar entre los 5 y los 15 Bq/m³. Sin embargo, en determinados edificios puede llegar a superar los 10 000 Bq/m³. Un auténtico peligro para la salud que pasa completamente desapercibido.

De hecho, según diversos estudios realizados por este organismo internacional, el riesgo de sufrir cáncer cuando se supera ese umbral crece un 16 %. El más habitual es el de pulmón, que a su vez tiene una de las mayores tasas de mortalidad. Para hacernos una idea, el radón es la segunda causa de esta enfermedad en España, solo superada por el consumo de tabaco.

 

La ventilación juega un papel clave en la lucha contra el radón. Pero ¿Cómo exactamente?

 

¿Cómo eliminar el gas radón del ambiente?

La peligrosidad de inhalar radón durante períodos prolongados de tiempo es evidente. Por este motivo, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana del Gobierno de España modificó el Código Técnico de Edificación. Lo hizo a través de la normativa DB-HS 6.

Partamos de la base de que el radón se transfiere al ambiente a través del suelo. Por ello, siempre que sea posible, dicha normativa exige la instalación de barreras de protección y cámaras de aire ventiladas en los edificios de nueva construcción. Sin embargo, en las viviendas antiguas, esto es imposible debido al elevado coste de las obras.

Por suerte, existen opciones útiles cuando la vivienda ha sido construida en una zona cuyo suelo es rico en uranio. La primera de ellas es la mejora en el sellado de los cerramientos. La otra es el uso de sistemas de ventilación pasiva.

El mero hecho de abrir las ventanas de forma que se genere corriente ayuda a rebajar los niveles de radón en el aire. Esto es algo que debemos hacer, al menos, una vez al día. Sin embargo, no siempre es suficiente o, tal vez, por el diseño del inmueble, es imposible hacerlo con eficiencia.

Solo debemos pensar en un sótano desprovisto de ventanas que, además, está más cerca del suelo que el resto de estancias de la vivienda. En él, la instalación de un sistema de ventilación mecánica se antoja fundamental. La razón es que nos permitirá evacuar el radón hacia el exterior sin que llegue a acumularse y ser nocivo para la salud.

La capacidad de este sistema de ventilación mecánica dependerá de la cantidad de radón que se acumule en el espacio. Para ello, realizar una medición con un dispositivo como el citado anteriormente resulta imprescindible.

En definitiva, el radón es uno de los factores que perjudican la calidad del aire en nuestras viviendas. Sin embargo, al contrario de lo que sucede con el humo del tabaco o el emitido por los coches que pasan junto a nuestras ventanas, no se puede percibir a través de los sentidos. Una característica nociva que puede provocar el desarrollo de cáncer de pulmón y otras muchas enfermedades potencialmente mortales. Cuidar la ventilación natural y recurrir a la mecánica cuando la situación lo requiera es imprescindible para prevenir sus efectos.